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lunes, 24 de octubre de 2011

LA GOLONDRINA Y EL VIENTO FRIO DEL NORTE


LA GOLONDRINA Y EL VIENTO FRIO DEL NORTE


Cuenta la leyenda que hace muchos años llegó una noche a un pueblecito una bandada de golondrinas emigrando hacia el sur, huyendo del viento frío del norte que les perseguía para matarlas.
Al amanecer, una de ellas se fue a pasear por el poblado y no se dio cuenta de que la bandada había levantado el vuelo y la había dejado sola.
Llena de susto se puso a revolotear de techo en techo hasta que llegó la noche.
Y al anochecer zumbó terrible el viento helado del norte y gritó a la golondrina:
“Esta noche te mataré de frío”,
pero ella se supo esconder y el viento helado no la pudo matar.
Al día siguiente mientras jugaba con las hojas secas de los caminos, el viento dijo a la golondrina:


“¿Dónde te escondiste anoche que no te pude encontrar?”


y ella le respondió:” Un manso buey me permitió dormir frente a su cara y el aire caliente de su nariz impidió que me helara” –pues bien, bramó airado el viento:
“esta noche mataré al buey y tú también perecerás”.
Pero al día siguiente mientras el huracán se divertía arrancando tejas de los techos, saludó a la golondrina:


“¿A dónde fuiste anoche que no te encontré?


Arranqué el techo del establo, hice que el buey se muriera de frío, pero a ti no te encontré”.
Ah, respondió la golondrina- un par de viejitos me permitieron dormir junto a las piedras de su fogón y allí me libré de tus corrientes heladas. Pues esta noche morirán los dos viejitos y morirás tú también, bramó furioso el huracán.
Y aquella noche el vendaval fue más espantoso que los demás días.
El fogón de los dos ancianos se apagó, las puertas de su ranchito volaron hechas pedazos por la fuerza del ventarrón, pero la golondrina no estaba por ahí.
Al día siguiente mientras silbaba por entre los árboles retorcidos, el viento frío del norte se encontró con la golondrina y le gritó:


¿Y a dónde te fuiste anoche?


Te busqué en la casa de los dos ancianos.
Ellos amanecieron muertos por congelación, pero a ti no te encontré”.
Y entonces la pequeña golondrina le respondió:
“Allá arriba encontré a una familia en una cueva: una mujer muy bella llamada María, con un niño bellísimo nacido en un pesebre.
Y cuando la madre me vio aleteando y muriéndome de frío, me permitió descansar entre la cabeza del niño y el corazón de la madre, y allí entre ese corazón que es un horno de amor, y esa cabecita que es la más bella y amable del mundo, pasé la noche más calurosa y bella de mi vida.
Entonces el viento frío dio un salto de desesperación y exclamó: “Ah, golondrina, golondrina; me ganaste la batalla.
Porque hasta allá jamás podré llegar yo.
Salvaste definitivamente tu vida, porque el corazón de esa Madre es un horno tan encendido de amor hacia los necesitados, que allí no habrá nunca un viento frío capaz de congelar a nadie ni disminuir las llamas de ese amor.
Entre la cabecita del Niño Jesús y el Corazón de María nunca habrá frío para nadie”.
Y el viento se alejó quejándose como un vencido y la golondrina trinó llena de esperanza…
La golondrina eres Tú, querido amigo.
El Viento: tus pasiones, las fuerzas del mal, del ateísmo, de la indiferencia, de los malos ejemplos, de los espíritus malvados que quieren apagar la luz de tu fe y de tu amor a Dios y al prójimo.
Ya sabes dónde refugiarte: en el Corazón de la Madre cuyo amor hacia ti arde más que la llama de mil volcanes.
María Santísima te salvará.
Si te refugias en Ella, llegarás al cielo.


"Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios".